Fui con Christian a la muralla china en plan guerrillero. Nos levantamos a las 7am sin saber a donde ir, cuanto valía o cómo llegar.
Esta no es la ruta para turistas.
Googleando, agarramos el bus 916 en Dongzhimen Station en Beijing. NADIE hablaba inglés y sólo habían pasajeros chinos. La mujer de los tickets, al hartarse de cobrarnos en Mandarín, nos dejó subir gratis. Una hora después, llegamos a Huairou, la ciudad abajo de la muralla, donde un chino se montó al bus, fue hasta nuestra silla y de la mano nos bajó del bus.
Creímos que era alguien del bus pero nos llevó a un carro particular. Temí que nos robaría los órganos, pero sacó un folleto con fotos de la muralla. Eso no bajó el temor, pero era claro que al ser los únicos extranjeros nos extrajo como “clientes”.
Nos llevó a la base de la muralla (30min de viaje), nos esperó tres horas y nos devolvió a la estación de bus de Huairou, todo por 120 yuans, 17 dólares. A veces China te sorprende para bien.
La muralla… puff… la muralla. Es quizás todo lo que imaginas. Es antigua, es angosta, es un montón de piedras, es gigante y es majestuosa por la historia que vivió y la construcción que permanece. Por encima de todo, es un reto para el cuerpo que te llena de orgullo superar y que te recompensa con vistas espectaculares.
Llegamos en Teleférico (Otros 110 yuans por persona) a la entrada de la sección Mutianyu de la gran muralla. Hay muchas secciones (Simatai, Badaling, Jiankou) pero la mayoría o están desatendidos o sus escenarios son desiertos. Los mejores escenarios y accesos están en Mutianyu.
Hay dos partes de Mutianyu. El lado derecho de la entrada es fácil y donde más extranjeros intentan recorrer. El izquierdo es un reto, varias zonas de la muralla tienen huecos, hay lugares donde hay que caminar inclinado y en el último tramo, unas escaleras tan empinadas que el cuerpo se exigirá a limites nuevos. Los últimos 30 escalones hay que subirlos con manos y pies por el ángulo de inclinación.
Y llegar a la cima es increíble. Tu mente olvida que ese camino es el mismo por el que tienes que regresar y sólo se enfoca en montañas llenas de verde y una muralla gigantesca que se extiende a ambas esquinas del horizonte.
Hay zonas de la muralla donde el turismo está prohibido. Porque la maleza ha capturado la muralla o porque la montaña se vuelve tan peligrosa que un resbalo puede ser mortal. Pero no creas que un pie mal puesto en Mituanyu no puede ponerte en un hospital.
Descubrí músculos que no sabía que existían. Exigí mi cuerpo a niveles que sólo recuerdo de mi instrucción militar. Vi extranjeras llorar porque “conocían sus limites” y no pasaron de la mitad del recorrido. Me sentí muy orgulloso de llegar a la cima.
Pero eso sí. Estoy en el hotel, seis horas después y no siento los pies. Auch.
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