Suena a bullshit de motivación personal. No. Hay razones matemáticas para esto. Sigue leyendo.
Cuando vas tarde a un compromiso, muy tarde, es normal pensar “ya no voy a llegar” y abandonar el camino. Es normal pensar que ya no puedes hacer nada, no te recibirán, perdiste la oportunidad, no hay nada que hacer. Y dejas de correr, das media vuelta y regresas a casa.
Eso es rendirse y no tiene sentido.
La vida para mi es saber apostar y saber de estadística. ¿Qué pierdes con seguir corriendo, así llegues muy tarde? Dar la cara siempre será mejor y quizás te acepten. Quizás todo salga bien. O quizás te ridiculicen por pensar que aun te esperaban y te hagan perder el esfuerzo.
No, no existe esa probabilidad. La gente tiende a ser buena.
¿Te parece un riesgo inaceptable? Realmente no pierdes nada:
- Si te arriesgas y sigues corriendo, exista la probabilidad de ganar. Que lo logres, que te acepten, que consigas lo que querías.
- Si decides parar y dejar de correr, no existe probabilidad de ganar. Perderás el 100% del tiempo.
El miedo al “ridículo”, a “quedar mal” o a la posibilidad de perder tras esforzarse, es el freno de mucha gente brillante. Es estúpido pensar que es mejor perder con dignidad que intentar ganar una situación imposible.
Nunca te rindas hasta agotar todos los medios que tienes. Y cuando los agotes, cierra los ojos e intenta lo que no crees poder hacer. Siempre.
¿Tienes comentarios? Dime en Twitter.