¿Cómo puede una sola persona tener tanto impacto en el mundo? ¿Cómo las acciones de un sólo individuo afectar toda una industria, toda una economía, toda una especie interconectada?

Yo soy fiel creyente que la humanidad crea genios en bloque. Davinci, Miguel Angel, Boticelli y Copernico vivieron en la misma época y quizás algún día se juntaron a hablar en el mismo bar en Roma. Einstein, Bohr, Fermi, Feynmann y von Neumann no sólo vivieron al tiempo, sino que gracias a ellos el mundo cambió por completo (la relatividad, la energía atómica, el Saturn V y el Apolo 11, todos conectados).

Ahora, vivimos en la época donde los apellidos son Gates, Page, Brin, Zuckerberg, Torvalds y Jobs. Jobs se nos fue.

Jobs era diferente. Jobs era único en su visión, en su forma de administrar, en su forma de crear de la nada. Jobs siempre vio el futuro, pero a diferencia de muchos, lo creó y nos convenció de comprarlo.

Jobs murió tras crear el verdadero smartphone, la primer tablet de ciencia ficción, revolucionar el modelo de venta de música, el modelo de venta de software, la forma de escuchar música, la forma de interactuar con la información y crear de la nada y tras casi perderla, la empresa más valiosa del mundo.

Me cuesta escribir este post, me cuesta creer que ya no está y me cuesta entender que ya no volverá. Que ya no hay “one more thing“. Que esa magia no se volverá a vivir. Porque nadie, nadie es Jobs.

Pero me hace sentir inmensamente feliz haber vivido esta era. Fue un privilegio.


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